jueves, 9 de diciembre de 2010

Formas de lavar el cerebro

Hace algún tiempo que me había dado cuenta.

Estaba en un centro comercial deambulando entre tienda y tienda, cuando empecé a cantar una canción (que ni siquiera me gustaba) sin venir a cuento. Entonces me paré a escuchar. Sonaba una melodía, lo suficientemente bajo como para pasar casi desapercibida entre el batiburrillo que tiene en la cabeza la gente que transita el centro comercial. La música ambiente

Se supone que esta musiquilla ambiente tiene una connotación comercial: te pone contento, ergo consumes más. Pero yo creo que algo falla en el procedimiento, no sé si soy yo la rara o que, pero a mí esa música refrita de los 40 principales (porque sí, siempre es de ese estilo) no me estimula nada.

Seguí las compras y descubrí que en cada una de las tiendas hay más de lo mismo. Está ahí, casi inaudible, colándose de manera subliminal en nuestras mentes.
Salvando excepciones, claro, recordemos que hay varias tuentipáginas/facegrupos de "A mí también me dan ganas de pedir un cubata cuando entro en el Bershka".
En estos casos no entiendo exactamente lo que quieren hacer con ese punchi punchi a todo volumen.

Como iba diciendo, este mismo cuadro te lo encuentras en todas partes (siempre y cuando no esté la SGAE tocando las narices), en peluquerías, cafeterías, todo tipo de tiendas e incluso en las calles principales de la ciudad.

Voy a poner un ejemplo práctico del daño que hace esta música:
Hay una cafetería en el centro de Vigo de aires vintage (esta última palabra pronunciada poniendo morritos y/o cara de pijo) que es ideal para inspirarse.
Me recuerda a los típicos cafés de París donde tantos escritores concibieron sus obras maestras.
El caso es que, llegas ahí con una libreta y un bolígrafo (una estilográfica para los pijinis), pides un café y te sientas en una mesita junto a una gran cristalera a través de la cual puedes observar el mundo pasar ante tus ojos. Te dispones a escribir en ese oasis de creatividad, en el que el único sonido debería ser el bullicio de la gente y por tus oídos se cuela el último hit de el canto del loco.

Admitid que eso le corta el rollo a cualquiera.

Para finalizar, quiero lanzar desde aquí un grito de protesta y , ya que no es posible disfrutar de silencio, por lo menos que mejoren la calidad de las musiquillas o, en su defecto, varíen un poco el estilo (¡destierro para el pop pufo!)

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